viernes, 27 de enero de 2012

Vestido segoviano.




Justillo
De paño, azul, rojo o negro a modo de jubón sin mangas muy escotado con el fin de dejar ver el corchado de la camisa y con haldetas ribeteadas de paño o piel formando picos. El cierre de esta prenda se hacía, y se sigue haciendo, mediante cordones de color pasados por ojetes realizados en los delanteros del justillo.
El justillo o juboncillo lucía abundante bordado en su delantero y haldetas. La bordadura se realizaba a base de cordoncillo, cadeneta y pespuntes.


 Jubón o Corpiño
Espalda de corpiño sin mangas y posición de las haldetas
Corpiño realizado en fino paño rojo, muy escotado para lucir la camisa de corchados, cierre mediante cordones con bordados en sus delanteros y en la bocamanga del mismo; haldetas con forro de piel. Los bordados a base de cordoncillos, cadenetas y pespuntes en varios colores. El forro de tela de lino tejido en casa.
Es la equivalencia al cuerpo del vestido. Se confeccionaba en ricas telas: terciopelo liso o labrado; raso brochado o adamascado, etc.; ajustado y ceñido al talle; bastante escotado con el fin de lucir la camisa bordada. A partir de la cintura lleva haldetas rematadas con picado de paño rojo u otro adorno. Las mangas con carteras adornadas de pasamanerías.
Para facilitar el juego de brazo, ya que éstas solían verse muy ajustadas, llevaban un corte en la sangría, corte que iba ribeteado con cintas de color y cerrado mediante lazos de colorido contrastado al del jubón. También solían adornarse las carteras o puños con botones de plata.
Otro tipo de jubón es el cerrado, con tirilla y sin haldetas. Este modelo casi nunca va abierto delante, sino que el cierre lo efectúa al lado izquierdo. El adorno de la prenda se realizaba en la pechera y en las mangas.
No obstante a lo dicho, se ha de aclarar que, esta prenda no estaba sujeta a una única línea en su confección pues tanto las telas como las hechuras variaban mucho, influyendo en esto la condición de la mujer a quien iba destinada.
Cuando el puño del jubón era muy largo y estrecho el cierre con botonadura, nunca se efectuaba lateralmente, sino que se hacía siguiendo la línea de la sangría con el fin de darle amplitud.



Durante el siglo XIX, adquirió gran importancia la hechura de las mangas de los jubones o corpiños, de ahí, la gran variedad en modelos: mangas ceñidas con una segunda manga hueca; otras ceñidas desde la muñeca al codo y luego con gran vuelo; mangas muy amplias y puños ceñidos y muy elaborados de pasamanerías u otros adornos... También en este siglo imperó el uso del encaje.
Hay muchos jubones realizados con la parte superior de los trajes de novia de la época.
Forros
Los forros eran de telas recias, casi siempre de lienzos o tejidos elásticos. Para ajustarlos a la cintura se colocaban en las cortes de esta prenda barbas de ballena o piezas metálicas.
Manteo o Refajo
Manteo en fino paño rojo con adornos de terciopelo y cintas de terciopelo con estampación en color; galón dorado, entredoses de pasamanería de azabache y picos de pasamanería en azabache.
Manteo de paño amarillo cortado a media capa y con adorno de picado en paño rojo, motivos florales con adornos de pájaros en un lado.
Es la pieza equivalente a la falda del vestido. Se confeccionaba con bayeta o paño fino. Según la época del año, variaba el número de sayas o refajos que se ponía la mujer; la superior o encimera, es la que recibía el nombre de manteo propiamente dicho y, que en tiempo invernal se lo subían, ocasionalmente, hasta la cabeza para guarecerse del frío.
La gama de colores que lucía esta prenda era extensa: rojo, amarillo, azul, carmesí, verde, marrón, morado, etc...El color estaba un tanto sujeto a la aparición de nuevos tintes.
El adorno de esta prenda consistía en tiranas o atributos de terciopelo y entredoses de azabaches. En los más antiguos se contemplan, como adornos, galones de oro o plata y también preciosos encajes de estos mismos metales: oro y plata.
Otros adornos del refajo eran los picados y los estampados. El picado solía lucirse en los manteos amarillos, cortados a capa y abiertos por detrás, con el fin de lucir la esquina de ese laborioso picado, aunque también hemos encontrado alguno rojo normal con picados y estampados.
Referente a los manteos o refajos estampados, tanto de paño amarillo como rojo, debió ser muy cómodo y asequible al adquirirlos, pues estudiando esta prenda en nuestra geografía, se encuentran en multitud de ajuares como atavío interior de la vestimenta. Así el mismo o casi idéntico dibujo se observa en Salamanca, Ávila, Segovia, Valencia, etc...




El vuelo del manteo solía tener de tres a cuatro metros: el fruncido debía quedar con muchos chorros o canalones repartidos en la parte posterior de la prenda. El delantero lleva dos aberturas en sentido vertical formando la trampa, permitiendo de esta manera introducir la mano hasta la faltriquera. La cintura iba ribeteada con cinta o trencilla (estas cintas o pasamanería se tejían en varios colores, formando caprichosas cenefas), dejando cuatro cabos para el refajo. El borde del mateo se remataba con trencilla o felpilla que, a su vez, remataba también el ruedo que lleva en su interior y que sirve de refuerzo al manteo; este ruedo solía ser de color contrastante con el manteo.
Como hemos podido comprobar en algún escrito y fotografía las mujeres llevaban varios manteos puestos y el superior se le ponían sobre la cabeza y en algunos sitios nos han comentado que se llamaba "vasquiña".
Manteo de bayeta roja con estampaciónes en tinta negra y motivos florales (añadido de azabache con cordón en trenza muy antigua)
Manteo de fino paño azul con adornos de tres clases, de terciopelo brochado, estampado y liso y pequeños adornos de pasamanería de azabache
Manteo amarillo doblado a pliegues, propio de la zona de la sierra, con decoración sencilla

Haciendo hincapié en el colorido de los manteos, merece la pena hacer un apunte sobre las costumbres de algunos pueblos. En la guía turística dedicada a la Villa de Turégano, editada por la Obra Social y Cultural de Caja Segovia, entre otros puntos, habla de la "vida y costumbres tradicionales" y, a este respecto, publica un ritual sobre la ceremonia de una boda:
Las mujeres para estas ocasiones lucían el traje folklórico local de color blanco, pero dependiendo de la ocación, el color del traje adquiere un significado y uso distinto, así podemos observar que el traje de color rojo, confeccionado de paño, se utilizaba para fiestas, el morado y azul par ir a misa y actos relacionados con la religión, el marrón y el pardo para labores de segado. Como complemento de la cabeza el uso de la mantilla, de color pardo o negro, hace que toda la indumentaria adquiera una mayor elegancia utilizándose en el traje morado y el azul para ir a misa.
Manteo azul marino con adornos de terciopelo estampado y pasamanería de azabache
Manteo rojo con adornos de terciopelo negro labrado y pasamanería de azabache
   



Faltriquera o Faldriquera
Flatriquera en algodón blanco trabajado a ganchillo, con labor de rombos
Faltriquera de lanilla con estampación a cuadros, de clara influencia salmantina con la simbología típica: el león rampante y pájaros
Bolsa rectangular que se llevaba debajo del manteo haciendo coincidir su abertura con la del lado derecho del manteo. Este pequeño accesorio se hacía insustituible al carecer las ropas de mujer de bolsillos.
Aún no siendo prenda que se lucía exteriormente, no por ello dejaba de constituir en ocasiones una auténtica obra de arte. Algunas lucían trabajos de superposición, otras bordadas a punto de cruz sobre terciopelo; otra modalidad es la confeccionada a punto de calceta o media.
Las que así se realizaban, se forraban con piel.
Faltriquera en paño rojo con diversidad de motivos
Faltriquera en paño negro bordada en paños de colores con motivos florales y en diversidad de colores
Faltriquera de paño rojo con bordados a punto de cruz florales y estrellas en verde y azul con las iniciales bordadas de la dueña ribeteada en trencilla negra

Delantal
Delantal de terciopelo labrado en colores morado y verde
Delantal de terciopelo labrado con tanalidades en color y remate en terciopelo
Delantal de terciopelo negro con motivos florales tejidos
Es una prenda que presenta muchos y muy diversos adornos. En ocasiones va haciendo juego con el jubón y la mantilla. No se atiene a modelo alguno, aunque ha de ajustarse a unas determinadas medidas. De forma rectangular, carece de bolsillos, su largo es algo menor que el del manteo y el vuelo se ajusta a la cintura mediante plieguecillos.

Lazos o Buscanovios
Antaño se solía llevar una cinta ancha a modo de cinturón, de la que pendían, a lo largo de la espalda, dos caídas o lazadas bordadas o adamascadas y ribeteadas con encajes que recibían el nombre de "Busca novios". También se conoce con el nombre de Colonias y Galas.
Nota.- Sobre estas cintas o lazos de cintura, aunque no sea frecuente que formen parte integral del traje de Segovia, es bueno reseñar esta prenda por ser lucida en una comarca de Segovia. Rememorando las costumbres de las señoras de la Corte de los Austrias, ciñen las mujeres de Turégano e su atavío típico, a imitación de las lujosas "cintas de caderas", un cinturón de terciopelo o paño, bordado con decorativos motivos realizados con sedas, cordoncillos de colores, lentejuelas, pasamanerías, etc...a juego con la montera.

Zapatos
De terciopelo negro, liso, labrado o bordado; menos frecuentes eran los de pana o seda de color bordada; con hebillas de plata, cuadrilongas, algunas de ellas cinceladas; con tacón bajo y plano.
En ocasiones solían lucir zapatos de fino cordobán bordado y en cotraposición a los antes descritos, abotinados y con tacón de carrete.
Lucir unos pies bellos y hermosos cubiertos con finos cueros o paños bordados era casi punto de honor de las mujeres.

Mantones
Mantón de talle en lana merina marrón con motivo floral en uno de los extremos
Pico de mantón de merino negro con bordados en colores motivos florales y pájaros
El mantón fue sin duda alguna, en su origen, el mantón oriental. Tuvieron su cuna en China y llegaron a España a través de la antigua colonia de Filipinas. China aportó una iconografía rica en símbolos orientales, mientras que a su paso por Filipinas, los mantones se cubrieron con motivos florales y de raras aves con plumajes de colores llamativos y, lo españoles mezclaron otros motivos al gusto occidental.
La denominación de Manila proviene de la que fue colonia española y porque fue su punto de comercialización. Era habitual que llegaran a España las telas bordadas y aquí se las ponían flecos.
La calidad del mantón depende mucho de su bordado, de las delicadezas de éste, de los matices conseguidos con los colores y, sobre todo, del tamaño de los flecos: cuanto más largos y abundantes sean éstos más valor tiene la pieza.
Se conocen varios tipos de mantón: el "alfombrado", típico abrigo de la mujer, sobre todo en el ambiente rural; el de crespón negro; el de malla de seda negra, hecha a mano, bordada en colores (fue prenda muy codiciada por lo restringida que era su confección); el de seda o crespón ya negro, ya de diversos colores: blanco, crema, rojo, verde, azul, morado... y con profusión de colores en su bordadura. Por último el mantón o pañuelo de talle de fina lana merina característico de Segovia.
Mantón de lana merina con bordado en uno de los picos con motivos florales y de pájaros
Mantón de merina negro con bordadura en el mismo color bajo mantilla en terciopelo labrado y liso

                                                                   Mantón de Talle

Era frecuente el uso del pañuelo o mantón de talle, realizado en lana merina y bordado en colores en uno de los picos.
En Segovia la colocación de esta prenda es peculiar: se dobla en pico y las puntas de delante se anudan en la espalda sin haber sido cruzadas, sino solamente sujetas en la cintura mediante un alfiler.
Sobre el mantón de talle se solía poner una pañuelo de variados colores y dibujos y, cuya misión era la de evitar que el roce del moño manchase el mantón.
Tu pañuelo y el mío son de una pieza, tú lo llevas al cuello, yo en la cabeza.
A la cabeza se colocaba pasando las puntas por detrás y atado arriba, la soltera dejaba visto la lazada a modo de alas de mariposa y la casada no.




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