Justillo
De paño, azul, rojo o negro a modo
de jubón sin mangas muy escotado con el fin de dejar ver el corchado
de la camisa y con haldetas ribeteadas de paño o piel formando
picos. El cierre de esta prenda se hacía, y se sigue haciendo,
mediante cordones de color pasados por ojetes realizados en los delanteros
del justillo.
El justillo o juboncillo lucía abundante
bordado en su delantero y haldetas. La bordadura se realizaba a base
de cordoncillo, cadeneta y pespuntes.
Jubón o Corpiño
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Espalda de corpiño sin mangas y posición
de las haldetas
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Corpiño realizado en fino paño
rojo, muy escotado para lucir la camisa de corchados, cierre mediante
cordones con bordados en sus delanteros y en la bocamanga del
mismo; haldetas con forro de piel. Los bordados a base de cordoncillos,
cadenetas y pespuntes en varios colores. El forro de tela de lino
tejido en casa.
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Es la equivalencia al cuerpo del vestido.
Se confeccionaba en ricas telas: terciopelo liso o labrado; raso brochado
o adamascado, etc.; ajustado y ceñido al talle; bastante escotado
con el fin de lucir la camisa bordada. A partir de la cintura lleva
haldetas rematadas con picado de paño rojo u otro adorno. Las
mangas con carteras adornadas de pasamanerías.
Para facilitar el juego de brazo, ya que
éstas solían verse muy ajustadas, llevaban un corte en
la sangría, corte que iba ribeteado con cintas de color y cerrado
mediante lazos de colorido contrastado al del jubón. También
solían adornarse las carteras o puños con botones de plata.
Otro tipo de jubón es el cerrado,
con tirilla y sin haldetas. Este modelo casi nunca va abierto delante,
sino que el cierre lo efectúa al lado izquierdo. El adorno de
la prenda se realizaba en la pechera y en las mangas.
No obstante a lo dicho, se ha de aclarar
que, esta prenda no estaba sujeta a una única línea en
su confección pues tanto las telas como las hechuras variaban
mucho, influyendo en esto la condición de la mujer a quien iba
destinada.
Cuando el puño del jubón era
muy largo y estrecho el cierre con botonadura, nunca se efectuaba lateralmente,
sino que se hacía siguiendo la línea de la sangría
con el fin de darle amplitud.
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Durante el siglo XIX, adquirió gran
importancia la hechura de las mangas de los jubones o corpiños,
de ahí, la gran variedad en modelos: mangas ceñidas con
una segunda manga hueca; otras ceñidas desde la muñeca
al codo y luego con gran vuelo; mangas muy amplias y puños ceñidos
y muy elaborados de pasamanerías u otros adornos... También
en este siglo imperó el uso del encaje.
Hay muchos jubones realizados con la parte
superior de los trajes de novia de la época.
Forros
Los forros eran de telas recias, casi siempre
de lienzos o tejidos elásticos. Para ajustarlos a la cintura
se colocaban en las cortes de esta prenda barbas de ballena o piezas
metálicas.
Manteo o Refajo
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Manteo en fino paño rojo con adornos
de terciopelo y cintas de terciopelo con estampación en
color; galón dorado, entredoses de pasamanería de
azabache y picos de pasamanería en azabache.
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Manteo de paño amarillo cortado a
media capa y con adorno de picado en paño rojo, motivos
florales con adornos de pájaros en un lado.
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Es la pieza equivalente a la falda del vestido.
Se confeccionaba con bayeta o paño fino. Según la época
del año, variaba el número de sayas o refajos que se ponía
la mujer; la superior o encimera, es la que recibía el nombre
de manteo propiamente dicho y, que en tiempo invernal se lo subían,
ocasionalmente, hasta la cabeza para guarecerse del frío.
La gama de colores que lucía esta
prenda era extensa: rojo, amarillo, azul, carmesí, verde, marrón,
morado, etc...El color estaba un tanto sujeto a la aparición
de nuevos tintes.
El adorno de esta prenda consistía
en tiranas o atributos de terciopelo y entredoses de azabaches. En los
más antiguos se contemplan, como adornos, galones de oro o plata
y también preciosos encajes de estos mismos metales: oro y plata.
Otros adornos del refajo eran los picados
y los estampados. El picado solía lucirse en los manteos amarillos,
cortados a capa y abiertos por detrás, con el fin de lucir la
esquina de ese laborioso picado, aunque también hemos encontrado
alguno rojo normal con picados y estampados.
Referente a los manteos o refajos estampados,
tanto de paño amarillo como rojo, debió ser muy cómodo
y asequible al adquirirlos, pues estudiando esta prenda en nuestra geografía,
se encuentran en multitud de ajuares como atavío interior de
la vestimenta. Así el mismo o casi idéntico dibujo se
observa en Salamanca, Ávila, Segovia, Valencia, etc...
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El vuelo del manteo solía tener de
tres a cuatro metros: el fruncido debía quedar con muchos chorros
o canalones repartidos en la parte posterior de la prenda. El delantero
lleva dos aberturas en sentido vertical formando la trampa, permitiendo
de esta manera introducir la mano hasta la faltriquera. La cintura iba
ribeteada con cinta o trencilla (estas cintas o pasamanería se
tejían en varios colores, formando caprichosas cenefas), dejando
cuatro cabos para el refajo. El borde del mateo se remataba con trencilla
o felpilla que, a su vez, remataba también el ruedo que lleva
en su interior y que sirve de refuerzo al manteo; este ruedo solía
ser de color contrastante con el manteo.
Como hemos podido comprobar en algún
escrito y fotografía las mujeres llevaban varios manteos puestos
y el superior se le ponían sobre la cabeza y en algunos sitios
nos han comentado que se llamaba "vasquiña".
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Manteo de bayeta roja con estampaciónes
en tinta negra y motivos florales (añadido de azabache
con cordón en trenza muy antigua)
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Manteo de fino paño azul con adornos
de tres clases, de terciopelo brochado, estampado y liso y pequeños
adornos de pasamanería de azabache
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Manteo amarillo doblado a pliegues, propio
de la zona de la sierra, con decoración sencilla
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Haciendo hincapié en el colorido
de los manteos, merece la pena hacer un apunte sobre las costumbres
de algunos pueblos. En la guía turística dedicada a la
Villa de Turégano, editada por la Obra Social y Cultural de Caja
Segovia, entre otros puntos, habla de la "vida y costumbres tradicionales"
y, a este respecto, publica un ritual sobre la ceremonia de una boda:
Las mujeres para estas ocasiones lucían
el traje folklórico local de color blanco, pero dependiendo de
la ocación, el color del traje adquiere un significado y uso
distinto, así podemos observar que el traje de color rojo, confeccionado
de paño, se utilizaba para fiestas, el morado y azul par ir a
misa y actos relacionados con la religión, el marrón y
el pardo para labores de segado. Como complemento de la cabeza el uso
de la mantilla, de color pardo o negro, hace que toda la indumentaria
adquiera una mayor elegancia utilizándose en el traje morado
y el azul para ir a misa.
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Manteo azul marino con adornos de terciopelo
estampado y pasamanería de azabache
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Manteo rojo con adornos de terciopelo negro
labrado y pasamanería de azabache
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Faltriquera o Faldriquera
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Flatriquera en algodón blanco trabajado
a ganchillo, con labor de rombos
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Faltriquera de lanilla con estampación
a cuadros, de clara influencia salmantina con la simbología
típica: el león rampante y pájaros
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Bolsa rectangular que se llevaba debajo
del manteo haciendo coincidir su abertura con la del lado derecho del
manteo. Este pequeño accesorio se hacía insustituible
al carecer las ropas de mujer de bolsillos.
Aún no siendo prenda que se lucía
exteriormente, no por ello dejaba de constituir en ocasiones una auténtica
obra de arte. Algunas lucían trabajos de superposición,
otras bordadas a punto de cruz sobre terciopelo; otra modalidad es la
confeccionada a punto de calceta o media.
Las que así se realizaban, se forraban
con piel.
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Faltriquera en paño rojo con diversidad
de motivos
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Faltriquera en paño negro bordada
en paños de colores con motivos florales y en diversidad
de colores
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Faltriquera de paño rojo con bordados
a punto de cruz florales y estrellas en verde y azul con las iniciales
bordadas de la dueña ribeteada en trencilla negra
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Delantal
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Delantal de terciopelo labrado en colores
morado y verde
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Delantal de terciopelo labrado con tanalidades
en color y remate en terciopelo
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Delantal de terciopelo negro con motivos
florales tejidos
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Es una prenda que presenta muchos y muy
diversos adornos. En ocasiones va haciendo juego con el jubón
y la mantilla. No se atiene a modelo alguno, aunque ha de ajustarse
a unas determinadas medidas. De forma rectangular, carece de bolsillos,
su largo es algo menor que el del manteo y el vuelo se ajusta a la cintura
mediante plieguecillos.
Lazos o Buscanovios
Antaño se solía llevar una
cinta ancha a modo de cinturón, de la que pendían, a lo
largo de la espalda, dos caídas o lazadas bordadas o adamascadas
y ribeteadas con encajes que recibían el nombre de "Busca
novios". También se conoce con el nombre de Colonias y Galas.
Nota.- Sobre estas cintas o lazos de cintura,
aunque no sea frecuente que formen parte integral del traje de Segovia,
es bueno reseñar esta prenda por ser lucida en una comarca de
Segovia. Rememorando las costumbres de las señoras de la Corte
de los Austrias, ciñen las mujeres de Turégano e su atavío
típico, a imitación de las lujosas "cintas de caderas",
un cinturón de terciopelo o paño, bordado con decorativos
motivos realizados con sedas, cordoncillos de colores, lentejuelas,
pasamanerías, etc...a juego con la montera.
Zapatos
De terciopelo negro, liso, labrado o bordado;
menos frecuentes eran los de pana o seda de color bordada; con hebillas
de plata, cuadrilongas, algunas de ellas cinceladas; con tacón
bajo y plano.
En ocasiones solían lucir zapatos
de fino cordobán bordado y en cotraposición a los antes
descritos, abotinados y con tacón de carrete.
Lucir unos pies bellos y hermosos cubiertos
con finos cueros o paños bordados era casi punto de honor de
las mujeres.
Mantones
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Mantón de talle en lana merina marrón
con motivo floral en uno de los extremos
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Pico de mantón de merino negro con
bordados en colores motivos florales y pájaros
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El mantón fue sin duda alguna, en
su origen, el mantón oriental. Tuvieron su cuna en China y llegaron
a España a través de la antigua colonia de Filipinas.
China aportó una iconografía rica en símbolos orientales,
mientras que a su paso por Filipinas, los mantones se cubrieron con
motivos florales y de raras aves con plumajes de colores llamativos
y, lo españoles mezclaron otros motivos al gusto occidental.
La denominación de Manila proviene
de la que fue colonia española y porque fue su punto de comercialización.
Era habitual que llegaran a España las telas bordadas y aquí
se las ponían flecos.
La calidad del mantón depende mucho
de su bordado, de las delicadezas de éste, de los matices conseguidos
con los colores y, sobre todo, del tamaño de los flecos: cuanto
más largos y abundantes sean éstos más valor tiene
la pieza.
Se conocen varios tipos de mantón:
el "alfombrado", típico abrigo de la mujer, sobre todo
en el ambiente rural; el de crespón negro; el de malla de seda
negra, hecha a mano, bordada en colores (fue prenda muy codiciada por
lo restringida que era su confección); el de seda o crespón
ya negro, ya de diversos colores: blanco, crema, rojo, verde, azul,
morado... y con profusión de colores en su bordadura. Por último
el mantón o pañuelo de talle de fina lana merina característico
de Segovia.
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Mantón de lana merina con bordado
en uno de los picos con motivos florales y de pájaros
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Mantón de merina negro con bordadura
en el mismo color bajo mantilla en terciopelo labrado y liso
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Mantón de Talle
Era frecuente el uso del pañuelo o mantón de talle,
realizado en lana merina y bordado en colores en uno de los picos. En Segovia la colocación de esta prenda es peculiar: se dobla en pico y las puntas de delante se anudan en la espalda sin haber sido cruzadas, sino solamente sujetas en la cintura mediante un alfiler. Sobre el mantón de talle se solía poner una pañuelo de variados colores y dibujos y, cuya misión era la de evitar que el roce del moño manchase el mantón. Tu pañuelo y el mío son de una pieza, tú lo llevas al cuello, yo en la cabeza. A la cabeza se colocaba pasando las puntas por detrás y atado arriba, la soltera dejaba visto la lazada a modo de alas de mariposa y la casada no.
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